Jornada 2014

El sábado 6 de septiembre se realizó en Buenos Aires la Jornada de Donación de Medicamentos y Productos de Venta Libre organizada por el Banco Farmacéutico de Argentina.

Los resultados fueron:

ENTIDADES FARMACIAS CANTIDAD DONADA TOTAL EN $ ASISTIDOS VOLUNTARIOS
6 12 1161 20.023,94 148 60

 

Entre los voluntarios de este año participaron casi 20 jóvenes de los últimos años de bachillerato del Instituto Nuestra Señora de Lujan. También participaron por primera vez como voluntarias cuatro chicas que viven en una de las entidades “El Hogar Padre Moledo” para madres adolescentes que alberga a jóvenes menores de 21 años, embarazadas o con hijos de hasta cinco años, que encuentran en situación de vulnerabilidad social.

Los alumnos del Instituto Nuestra Señora de Luján se reunieron unos días después, alentados y guiados por Daniel y Claudia (profesores de catequesis), para contar cómo habían vivido la jornada. Agustín narró su sorpresa ante «una señora que, sabiendo que se haría la jornada, estuvo recaudando dinero durante toda la semana en su trabajo. Juntó $ 400 y compró un montón de medicamentos para el hogar».

Yamila también estaba sorprendida por una señora que “al entrar, cuando le dijimos lo que estábamos haciendo, prácticamente nos ignoró y siguió de largo, pero nos impresionó saber después que fue una de las personas que donó uno de los medicamentos más costosos. Nosotros teníamos el prejuicio de que seguro que no iba a dar nada, y después nos encontramos con esa sorpresa”.

Algo parecido testimonia Ricardo, uno de los organizadores de la Jornada. «El BF ayuda a los necesitados con medicamentos, pero lo que me parece todavía más valioso es cómo ayuda a hacer una experiencia de dar algo gratuitamente y ver cómo eso hace bien, a los voluntarios, a los empleados de la farmacia y a los clientes que donan los medicamentos. Una de las experiencias más comunes durante la Jornada es la sorpresa al ver derrumbarse los propios prejuicios, porque colabora mucha gente, más de la que uno supondría. Y gente a la que se le propone colaborar y uno pensaría que no va a hacerlo, y sin embargo no solo responde sino que lo hace con generosidad».

Sonia

«Los días previos a la Jornada tuvimos algunos inconvenientes de organización, había que resolver muchas cosas prácticas, el tiempo pasaba y la sensación era que no llegábamos a hacer algo serio. El jueves anterior pensé seriamente que debíamos suspender la jornada», cuenta Sonia, que también forma parte del equipo organizador. «Ese jueves por la noche me encontré yendo después del trabajo, que terminó tarde, a casa de la familia del presidente del Banco, que oficiaba de auténtica base de operaciones. En el camino llamé a casa para avisar que no iría a cenar y descargué mi rabia con mi amiga Laura, que se encarga de los cantos en un coro y me dijo: “yo aprendí con los cantos que todo sucede para conocernos en acción, muchas veces tuve la idea de largar todo pero esto me quedó grabado porque me lo dijo un amigo después de un gesto en que los cantos se habían preparado mal porque no habían asistido algunos cantantes en el último momento”. Entonces, de camino, ya empezaba a entrar en mi horizonte la hipótesis de que lo que estaba pasando, así como era, se me daba para descubrir algo, no por error, no porque al Señor se le había escapado».

Una hipótesis que dio comienzo a un camino en el que no se puede dar nada por descontado. «Al día siguiente empezó nuevamente la lucha con mi enojo. Me encontré llevando las cajas a algunas farmacias y cada vez que entraba me topaba con la cara de un farmacéutico que cuando me veía y entendía lo que estaba haciendo allí se le empezaba a dibujar una sonrisa en su rostro y me contagiaba. Empecé a preguntarme: ¿qué es lo que hace que dos absolutos desconocidos tengan una simpatía entre sí? ¡Es de otro mundo! De repente mi enojo había sido superado nuevamente por la realidad. Entraba un horizonte más grande que me hacía levantar la mirada de mi ombligo para apegarme nuevamente al ideal por el que estábamos haciendo este gesto».

Como conclusión, basta con el mensaje que Oscar, el presidente del Banco, envió a todos los voluntarios al terminar la Jornada: «Hola amigos, personalmente hemos verificado una vez más la Misericordia de Otro que te abraza, te da la vida. La jornada, más que cubrir una necesidad, ha sido el reflejo de que todo se nos da, un gesto bello donde se hace presente Aquel que sostiene la vida. Es una caricia que abre el corazón de las personas a una novedad para sí, un regalo para mí. ¡Un regalo para todos!».